El feminicidio en México es una de las principales problemáticas que acechan al país. Tan solo en 2019, 3 mil 810 mujeres fueron asesinadas
La violencia contra las mujeres, en cualquiera de sus dimensiones, debe parar. Educación, como remedio, dicen algunos. Ya sea homicidio, feminicidio, lesiones, trata de personas, abuso sexual o acoso, deben detenerse. ¿Cómo erradicar la violencia de género?
¿Estamos obligados a repetir, en la edad adulta, la violencia que vivimos en nuestra casa? Sin duda, la normalizamos. Pero no podemos aceptarla como una consecuencia fatal. Debemos luchar todos los días para erradicarla.
Veamos en nuestros hogares, con nuestra familia o vecinos, a ese niño que, experimenta impotente, como su papá, quien debe cuidarlo, educarlo y amarlo, golpea con maldad y, brutalmente, a su madre. No sirve de nada que ella voltee y le diga: “Cuenta hasta 10 esposo mío”, sería tanto como avivar el fuego, para esperar lo peor.
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Seguramente, ese padre, viene de un contexto de agresión similar. ¿Justificado?, nunca, pero es lo que vivimos y es nuestra obligación revertirlo.
Como hombres, generalmente, si no es que siempre, nos enseñan y crecemos creyendo que la mujer ocupa un eslabón inferior en la cadena de la vida. ¿Cómo romper con ese ciclo de violencia de género?
Una vez más, reconociendo el problema. Pero no es tan sencillo como decirlo o escribirlo. La pobreza, los contenidos misóginos en la televisión o en las redes sociales y, la falta de oportunidades, agravan la situación. El estado no debe escandalizarse por mujeres exigiendo que no las maten, sino generar las condiciones necesarias para evitarlo.
He conocido casos de niños que se convirtieron en hombres, inmersos en esta realidad, que han logrado reconocer el problema, mediante el contacto cotidiano con seres humanos comprometidos, con ángeles que se tomaron su tiempo y paciencia para sensibilizarlos, logrando esa transformación. Las mujeres y los hombres tenemos diferencias biológicas y de roles, pero siempre el mismo derecho a la vida y a desarrollarnos libres de violencia.
Hoy podemos ser ese ángel que ponga su grano de arena, para cambiar la inercia que, en nuestro país, durante 2019, dejó 70,155 mujeres violentadas, 3,810 asesinadas y 66,345 lesionadas dolosamente. Sólo en los primeros siete meses del año, 35,245 mujeres fueron víctimas de homicidio, feminicidio y lesiones.
La ley hace distinción entre asesinato y feminicidio. En el segundo, deben existir, además, razones de género, como presentar signos de violencia sexual de cualquier tipo; lesiones o mutilaciones; antecedentes de violencia previa, amenazas o acoso; la existencia de una relación sentimental, afectiva o de confianza; que haya sido incomunicada; o, que el cuerpo haya quedado expuesto o exhibido en un lugar público.
Independientemente de la distinción legal entre estas atrocidades, que sirve para agravar la pena o inhibir el delito, en la realidad, el homicidio y el feminicidio, son dos caras de una misma moneda, por lo que el grito unísono de hombres y mujeres debe ser: ¡ni una más!