Según los datos, pueden pasar hasta 30 años para que un niño o una niña abusada sexualmente pueda dejar de sobrevivir y empiece a vivir
No obstante que contamos con una ventaja prometedora, nosotros mismos la estamos destruyendo. Con datos de la OCDE, México ocupa el deshonroso primer lugar en abuso sexual infantil, con más de 5 millones de casos al año. Se estima que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren violencia sexual.
Muchos de estos pequeños, son presa fácil para la trata de personas y, de acuerdo con Karla de la Cuesta, activista en esta dolorosa materia, sólo el dos por ciento de las víctimas logran sobrevivir.
Con experiencias recabadas y, sin que los menores tengan apoyo, pueden pasar hasta 20 años para que pueda existir una recuperación psicológica adecuada, del trauma y de las secuelas, que deja el haber sido víctima de violencia.
Manuel fue abusado sexualmente a los siete años por su vecino. Sus padres, seguramente advirtieron cambios en su comportamiento, pero se voltearon a otro lado. No era posible que una persona cercana a la familia, pudiera cometer dicha atrocidad, era más fácil y, menos doloroso, culpar al niño y a su imaginación.
Este niño violentado se vio disminuido y así creció. Por un lado, con el estigma que representa y que cohibe la denuncia y por otro, la falta de comprensión de sus padres o familiares cercanos. Se le presentaron dos caminos. El más complejo y, casi imposible, que buscara ayuda desde temprana edad y, el segundo, aprender a sobrevivir.
La historia de Manuel es de éxito, ya que aún cuando tuvo que tomar el segundo camino, pasaron más de 30 años para que pudiera identificar el profundo problema y buscara ayuda. En su caso, psicológica. Después de tres décadas y, con mucho esfuerzo, dejó de sobrevivir y empezó a vivir.
El Talmud Babilónico establece la premisia de “quien salva una vida es como si salvara al mundo entero”, haciendo la reflexión de que todos provenimos de una misma creación, por lo que si dañamos a uno, dañamos a todos y, si salvamos a uno, salvamos a todos.
¿Tenemos entonces que esperar 20 o 30 años para que si bien nos va, un niño o una niña abusada, busque ayuda y empiece a vivir?, o mejor y más eficaz: ¡Dejen de abusar sexual, física y psicológicamente de nuestros niñas, niños y adolesentes! Empecemos a protegerlos, son ellos el futuro de nuestro país. Rompamos ya con el ciclo de dolor y violencia infantil. Perpetrador: ¡Detente! Hoy salva una vida.
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La pandemia agravó la situación de nuestros menores. En “Tributación, Globalización y Pandemia” de Manuel Hallivis Pelayo, encontré un sólido análisis, con datos duros, sobre cómo nos encontró la pandemia en materia de seguridad y economía, así como recomendaciones para mejorar el panorama.