Skip to content

El derecho a un medio ambiente sano es más colectivo

ayoub

En la lucha contra el cambio climático, es importante conocer que el cuidado del medio ambiente es más una necesidad que nuestro derecho.

El derecho al cuidado del medio ambiente debe ser colectivo. La importancia de desarrollarnos en un medio ambiente sano, tiene categoría de derecho humano, reconocido por nuestra carta magna, así como por diversos instrumentos y tratados internacionales de los que nuestro país es parte.

El artículo cuarto constitucional señala que “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley”.

Este derecho presenta dos dimensiones -la ecologista y la antropocéntrica-, por un lado, debe protegerse al ambiente en sí mismo, independientemente de su relación con el individuo, ya que sin éste, aquel no sobrevive; y, por otro, la facultad de poder exigir la protección del entorno en el que nos desarrollamos, siendo que se encuentra vinculado con otros derechos como a la vida, la salud o a la integridad personal.

Estas facetas en su conjunto y, como lo señala la suprema corte: en su núcleo esencial, nos llevan más a pensar en una responsabilidad colectiva u objetiva que a sólo derechos individuales, ya que debe traducirse en un interés universal para la salvaguarda de futuras generaciones y demás organismos vivos.

Entonces, sí tenemos derecho a un medio ambiente sano para nuestro desarrollo y bienestar, éste se encuentra intrínsecamente protegido y nosotros tenemos los medios legales para exigirlo.

Asimismo, todos los órdenes de gobierno se encuentran obligados a garantizar y proteger éstas dos dimensiones.

En nuestro país, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), como un ente vigilante de aquellos, constituyó la sexta visitaduría para la protección y promoción de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), misma que desde finales de 2018, no ha emitido ninguna recomendación de carácter general en la materia. La última fue sobre la contaminación atmosférica urbana.

En cuanto a recomendaciones específicas, ha emitido 12, la última en 2020 sobre la contaminación de ríos en Chiapas (la mayoría de éstas versan sobre ríos); y, otros temas: la explotación de carbón, plaguicidas y la vaquita marina.

La sobrevivencia del planeta y la nuestra por ende, es suficiente razón para revisar nuestro vínculo con el ambiente, así como aquello que nosotros y nuestros gobiernos estamos haciendo para protegerlo y protegernos.

De esta forma, las discusiones actuales sobre la reforma energética y sus efectos económicos en el país; el programa sembrando vida; los acuerdos de la conferencia de las naciones unidas sobre cambio climático 2021 (COP26); Greta Thunberg diciendo groserías; ¿carbón, refinerías o energías renovables?; toda esta discusión política es irrelevante, si no encontramos detrás del discurso, la intención efectiva de cuidar al planeta desde un entendimiento de sustentabilidad ecológica lo que implica, entre otros puntos, un equilibrio entre el desarrollo económico y la eficiente preservación y utilización de los recursos naturales.

Si detrás del discurso se encuentra la protección del medio ambiente, sobre todo, en su dimensión ecológica, amén de lo demás, estamos en el camino correcto, si no, entonces debemos corregir el sendero.

Es ahora o nunca. Sí, tenemos ese derecho, pero esto va más allá, se trata de nuestra sobrevivencia. ¿Qué estás dispuesto a hacer y a exigir? Podemos empezar con pequeños cambios.