México ocupa el primer lugar en acoso escolar. Más allá de lo penal, la prevención es responsabilidad de padres, maestros y autoridades.
En mis años de primaria, pero sobre todo en la secundaria, como muchos otros alumnos, fui víctima de acoso escolar. No conocíamos el término bullying, pero seguramente se manifestaba igual que hoy. En México, ocho de cada diez alumnos lo han sufrido, posicionándonos como el primer lugar del mundo.
Por regla general, parecería unidireccional, yendo del agresor o agresores, hacia la víctima. El problema inicial está en ellos, en su interior y entorno. Asuntos personales, familiares, que traspolan a su objeto de molestia.
No obstante, también los adultos, siembran un campo fértil, para que éste pueda acontecer. Es interesante que en mi secundaria de Mexicali, el logotipo escolar era un monaguillo con el ojo morado.
Entonces, es un fenómeno multidireccional que involucra, en su prevención y atención, a los padres, agresores o agresoras, cuerpo docente y autoridades. No es sencillo abordarlo, pero sí es responsabilidad de todas y todos detenerlo.
Por ejemplo, los profesores en mi instituto, eran asiduos a encargar la lista de asistencia o a cuidar el salón, al alumno o alumna preferida, cuando éstos no estaban presentes o entregarle los exámenes para que los calificara a la vista de todos.
Mi experiencia sucedió hace más de 30 años y, revisando los criterios de la Suprema Corte, no es sino hasta octubre de 2015, cuando encuentro la primera referencia al término bullying escolar. Siempre ha estado presente, todos tenemos una historia que contar pero es, hasta hace poco, que lo estamos reconociendo como un verdadero problema y abordando.
La Corte destaca dos características propias de este atentado:
- Agresiones o amenazas -físicas, verbales, psicológicas, sexuales, exclusión social- y,
- Que ocurren de manera reiterada en el tiempo.
La protección ha avanzado, hoy en día, no sólo es escolar, puede ocurrir en cualquier parte, edad o situación, incluyendo el cyber-bullying o el mobbing (acoso laboral), entre otros.
¿Dónde denunciarlo? Existen distintas instancias, la SEP cuenta con la línea 800 11 22676, el Consejo Ciudadano CDMX al 55 5533 5533 o, podemos acudir directamente, ante las autoridades de la escuela o las Procuradurías de Protección de niñas, niños o adolescentes. No obstante, una pregunta relevante es, ¿qué sucede con las denuncias? ¿para qué denunciamos?
En principio, existe normatividad que más que sanciones, establece normas de convivencia, de resolución de conflictos, medidas de protección. En cuanto a posibles sanciones penales, éstas no están integradas en un sólo cuerpo legal, sino que se configuran de manera específica para cada caso, como el delito de lesiones, acoso sexual o la omisión de cuidado y auxilio en la que incurren los docentes.
Independientemente de la necesidad o no de legislar en la materia, la prevención y erradicación debe empezar en casa, con la educación, valores y amor al prójimo que inculcamos en nuestros niños, niñas y adolescentes. No sigamos permitiéndolo, actuemos como verdaderos defensores de la seguridad infantil.