En tercera ronda, toda vez que en las dos primeras no se pudo llegar a ningún acuerdo y, ante la polémica sobre posibles vicios en el procedimiento de votación, María del Rosario Piedra Ibarra, entre empujones y jaloneos, tomó protesta el 12 de noviembre de 2019, como Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH.
¿Era la candiadata más adecuada para llevar a la CNDH a su siguiente nivel? No lo podemos saber. No obstante, a falta de un análisis profundo sobre su perfil, podemos llegar a algunas conclusiones en contraste.
Arturo Peimbert Calvo, su contrincante más cercano, con 24 votos contra 76, se desempeñó en los últimos siete años como Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca. Asimismo, según se puede leer en las benditas redes sociales, fue o es miembro de la Federación Iberoamericana del Ombusman, de la Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos, del Consejo del Sistema Local de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, del Consejo Estatal de Seguridad Pública, del Consejo Estatal para los Derechos de las Personas con Discapacidad, así como del Consejo para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia de Género contra las Mujeres. Abogado.
Rosario Piedra Ibarra, de la misma fuente, se le identifica como activista, hija de Rosario Ibarra de Piedra, integrante del Comité ¡Eureka!, candidata a diputada por Morena en Nuevo León -sin ganar la elección- y, secretaria de Derechos Humanos del CEN de ese mismo partido político. Psicóloga y Maestra en Psicopedagogía.
Jesús Orozco Henríquez, el menos favorecido con ocho votos, durante siete años se desempeñó como comisionado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, habiéndola presidido en dos ocasiones; 16 años Magistrado Electoral; investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; y, consejero del Consejo Consultivo de la CNDH. Abogado, Maestro y Doctor en Derecho.
Un mes antes, el 23 de octubre de 2019, Rosario Piedra recibió la medalla Belisario Domínguez a nombre de su madre, pero no se llevó la medalla, en su lugar, la puso en custodia del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pidiéndole que se la devuelva, una vez que encuentren la verdad sobre el paradero de sus hijos y familiares.
De aquí que, la selección de Piedra Ibarra para la Presidencia de la CNDH, pueda leerse como una suerte de favoritismo o apuesta, no tanto a la preparación o experiencia en la materia, sino a la sensibilidad que puede tener por tantos años de activismo o, también, como la preparación del escenario para evidenciar o esperar su propio fracaso. En ambos casos, lo que se encuentra en juego es la protección y defensa de los derechos humanos.
Amén de las renuncias de los integrantes de su Consejo Consultivo y la falta de posicionamiento ante violaciones de los derechos humanos, la propuesta más reciente de Rosario Piedra es la desaparición de la propia CNDH, lejos de las posturas iniciales ante el Senado, de reestructurarla y fortalecerla, para establecer en su lugar la Procuraduría de los Pobres.
Al respecto, es de resaltarse que la mayor parte de los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, inician con el sustantivo “Todos” como, por ejemplo, el 1o. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales…” o, el 2o., “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Sea cual sea la lectura correcta, una de ellas parece quedar cada vez más clara, conforme transcurre el periodo de Rosario Piedra al frente la CNDH. Las y los invito a llegar a sus propias conclusiones. Ya el tiempo nos dirá.
Esperando siempre que, permanezca o se materialicen o no sus estrategias, se pueda llevar a la CNDH mexicana, a su siguiente nivel.