El 6 de mayo de 2016 se publicó el decreto que declara el 19 de noviembre de cada año, como el día nacional contra el abuso sexual infantil. Es desalentador que, revisando los buscadores en Internet, no aparecen noticias suficientes de que estemos haciendo algo, sólo notas, en alarmante crecimiento, de casos de niñas, niños y adolescentes agredidos.
¿Queremos un país sano? Necesitamos infancias no violentadas. Empecemos a planear a futuro. Si hoy empezamos, en 10 ó 15 años tendremos adolescentes que no estarán cargando el terrible y, en la mayoría de los casos, perpetuo trauma de este tipo de violencia. Establezcamos políticas públicas efectivas para atender a aquellos y aquellas que ya lo sufrieron y fortalecer la justicia para castigar a los perpetradores.
No estoy exagerando, no es una idea que me surgió, los números hablan por sí mismos, las agresiones suceden a diario, en nuestro entorno familiar, en la escuela y no parece que estemos haciendo nada para detenerlo. México, con datos de la OCDE, se encuentra en el primer lugar mundial en abuso sexual infantil. En estos días está circulando una campaña contra la diabetes y señalan que por lo menos una persona de cada familia lo padece. Me atrevo a decir que es lo mismo para ésta atrocidad y, si no se conoce en la familia nuclear, sí en la extensa. No podemos normalizarlo.
¿Qué dicen las cifras? Aunque existen pocos datos integrados, en el último reporte de UNODC, INEGI, Early Institute y Alumbra, se registra que durante 2021, se abrieron casi 22 mil carpetas de investigación por este delito, esto es -sin contar el subreporte-, un promedio de 60 denuncias diarias por violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. No obstante, de acuerdo con estimaciones, con datos de la encuesta ENVIPE-INEGI, el 95 por ciento de estos delitos no se denuncian.
¿Qué podemos hacer? Empecemos por asimilar que es real, que sí sucede y que los familiares cercanos pueden ser los agresores. Observemos siempre y escuchemos a la infancia, tienen mucho que decirnos, directa o indirectamente -su tristeza, lesiones, aislamiento, enojo, nos dicen mucho-. Recientemente, el colectivo Uniendo Esfuerzos por la Niñez, conformado por Aldeas Infantiles SOS, ChildFund, Save the Children, Plan Internacional y World Vision México, apoyaron una consulta con más de 1,500 niños, niñas y adolescentes de 16 estados mexicanos.
El 53 por ciento de ellos considera que no hay espacios para que se manifiesten y el 40, que nunca o muy pocas veces se respeta su opinión. Además, el 41 por ciento les preocupa la violencia en su entorno y el 43, no conoce ningún mecanismo de denuncia. No saben qué hacer ante una agresión.
La infancia mexicana está siendo atacada sexualmente y seguimos manteniendo oídos sordos, no los escuchamos, no los estamos defendiendo y, menos aún, en sus palabras, no les estamos dando herramientas para defenderse. Como alguien me acaba de escribir: debemos enfrentar el tema, “que deje de ser tabú”.